martes, 29 de septiembre de 2015

CANCIONES PARA LA PAZ...BRUCE SPRINGSTEEN!!

Alteridad cantada...la justicia alternativa promueve valores, aquí acaso uno de los principales puesto que no estamos aislados...


...un ensayo por la paz...



Por el M. en D. Mario Alberto Montaño Delgado.



La paz es movimiento permanente, no es un estado estéril, para lograrla es necesario trabajar desde las íntimas percepciones de sus artífices, hasta los externos actos que los demás apreciamos. Una vez que la paz se obtiene, necesario es mantenerla; por esencia es ecléctica, abierta, incluyente; en su consecución, todos tienen un roll que desempeñar, nadie debe estar fuera, el movimiento de la paz nace del corazón y convierte al agente pacificador en un líder, en una autoridad que cautiva por su congruencia en el decir y el hacer, en un Mahatma Gandhi, en un Marco Aurelio, en un Nelson Mandela, en un Gilberto Bosques; la paz también es contexto, en el cual, se conforma la identidad personal y la unidad de los pueblos, ahí nace el ser humano como es, tal cual, sociable y amigable, paradójicamente es también un ideal, es un sueño, en cuya aspiración muchos han perdido la vida, pero perdiéndola, ganaron la de sus semejantes; la paz produce cultura y la cultura representa evolución y progreso; si nuestra mente no tiene paz, todo retrocede, nuestra humanidad se retrotrae a nuestra básica naturaleza y somos más animales que seres civilizados; si nuestros proyectos están impregnados de guerra, desconfianza o resentimiento, no habrá más avance que lo que en nuestro breve espacio podemos apreciar o suponer; pues las  decisiones más impregnadas de pasión que de inteligencia, más de belicosidad que de pacifismo nos llevan a la comprensión de nuestros intereses, pero no de las necesidades de los demás; las instituciones más nobles: el derecho, la ley, la nación, la asistencia; llevan en sí, como alma y bandera, a la paz; en sus diversos niveles o acepciones, la paz es tranquilidad; a pesar de los teóricos Kantianos, la paz pierde su esencia si deviene de la guerra; antes de su imposición, la paz exige diálogo y entendimiento y no fríos procesos dialécticos; la paz es básica necesidad, Hobbes demostró que en su ausencia sobreviene el caos, el miedo y la ansiedad; Celso sentenció que el derecho es el arte de lo bueno y equitativo, por tanto, el derecho es el instrumento que por excelencia debe tender al logro de la paz; por su parte, Rabindranath Tagore decía que el amor se expresa a través de la ley; y desde luego se refería a las leyes justas, las que tienden al logro de la paz; por ello es valido el siguiente razonamiento: “si el derecho es el arte de lo bueno y de lo equitativo, entonces el abogado, como operario del derecho, es el artista de lo bueno y lo equitativo, de ahí por necesidad se sigue que el abogado por esencia debe ser pacifista” antes de la aplicación de la norma se debe apelar a la bondad de las personas; la paz, su conocimiento y práctica constante, es obligación principal de quienes detentan un cargo de autoridad, Fernando Savater, ha escrito que la palabra autoridad deviene del vocablo latino “ augeo  “  que significa lo que ayuda a crecer; por tanto, aquellas autoridades que hacen la guerra desde su postura, viven un conflicto interno, de una densidad ontológica insoslayable, la verdadera tragedia radica en que no lo sospechan; la autoridad por esencia es pacífica;  paradójicamente el pacifista es un ser extraño, sueña despierto, puesto que su mira la pone en valores universales, ambiciona la instauración de la paz perpetua entre los seres, se asocia solamente con soñadores semejantes a él, juntos analizan, estudian, planean y ejecutan. Quizá para la mayoría, la paz perpetua, la sabia autoridad, la ley justa y el abogado bondadoso sean utopías, pero aquí cabe la pregunta, ¿sin estas utopías, que impregnan nuestros más nobles sentimientos e intenciones, vale la pena vivir? ¿el amor por los padres, los hermanos, los hijos y los amigos, no son un reflejo de estas utopías?. El pacifista media los conflictos, pero también las ideas y realidades, pues como buen mediador, busca producir en la convicción de los seres, la idea de que pueden aspirar a pertenecer a una aristocracia moral, para desde ahí, modificar su vida para bien, para lo mejor... para la paz. Sirva esta breve aportación como homenaje a los verdaderos promotores y estudiosos de la paz, para sí, para los suyos, para todos, también para quienes entienden y practican cada día esta enseñanza del Papa Francisco: 

“...el verdadero poder, reside en el servicio a los demás...”